viernes, 8 de septiembre de 2006

Hola, ¿tú eres Gaspar?. Una estafa a medio terminar.


Hola, ¿tú eres Gaspar?

Una estafa a medio terminar.

Dentro de la coherencia que me entregó aquel sueño, no me llamó mayormente la atención que mi casa fuese exactamente como era hace 10 años atrás. Mientras yo disfrutaba un brillante sol de noviembre cerca del antiguo comedor, sentí que mi papá discutía con alguien en el balcón de una manera muy extraña.

Una fuerte curiosidad me nació en ese momento, y para satisfacerla me dirigí hacia el ventanal de la cocina, moví un poco las viejas persianas verdes que en ese momento la decoraban, y vi un inmenso camión que tenía un container de más de dos pisos de altura, y tan ancho que de ser cierto habría sido imposible que hubiese llegado hasta ese lugar. El container estaba pintado de blanco en su parte inferior, su parte superior era de vidrio mostrando una extraña casa rodante, muy desordenada y mal distribuida, y en la parte posterior del camión tenía una terraza, en donde una pareja de ancianos flacos discutían. El anciano era un hombre muy amanerado quien se movía como si fuese a desarmar en cualquier momento, ya que el camión hace rato que estaba quieto, pero a simple vista a él se le seguía moviendo el piso; la anciana en cambio, tenía el pelo bien desordenado, y era muy parecida a la abuela de los Locos Addams. Lo que si destacaba en ambos, es que estaban vestidos muy formales, pero de luto, con trajes muy propios de los años '20.

Del camión salió una tercera persona, quien se encaramó entre la parra y la protección de nuestro balcón y luego saltó quedando al lado de mi padre, quien sólo se limitaba a regar las plantas sin hacer nada como si el hecho fuese lo más normal del mundo. Aquella persona era una mujer canosa, de aproximadamente unos 70 años de edad, bastante ágil y dinámica, pintada de manera no escandalosa pero vestida con un traje amarillo que no le quedaba bien: tenía el pelo tomado y en todo momento trataba de sonreír como si fuese una Miss Chile. La mujer dio un paso hacia donde estaba yo, y complementando su movimiento de manos con una posición muy coqueta, me quedó mirando fijamente y me dijo en un tono bastante agradable:

- Hola, oye ¿tú eres Gaspar?

- No le digas tu nombre a esta hueona estafadora - intervino mi padre, mientras guiaba algunas ramas del parrón.

- ¿A qué Gaspar está buscando?, es que ese nombre no me suena - pensando yo que preguntaba por alguien del condominio.

- A bueno, te paso el dato - dijo ella, mientras contorneaba el cuerpo - lo que pasa es que hace hartos años yo le arrendé a Gaspar un departamento al lado de la Catedral de las Torres del Paine. Resulta que yo llegué a ese edificio, con este mismo camión, y Gaspar me dijo que como no había pedido reserva no quedaban departamentos libres, y yo le respondí: "no hueí po Gaspar porque tengo todo en el camión, y me tengo que cambiar al tiro", además que yo me dedico a una empresa de entrenamiento con caballos, y teníamos un rodeo por la zona a la semana siguiente...

- No pesques a esta estafadora - me gritó mi papá - esta es la típica vieja que se arranca de las casas un día antes del embargo, y llegan a otra casa con el cuento que se tienen que cambiar urgente, y luego te pagan la garantía con un cheque trucho, y después no los sacas de ahí hasta que la nueva demanda está por salir.

La señora se quedó mirando a mi papá como si ni le importara lo que estaba diciendo, y me iba a seguir hablando, pero en ese momento sonó el despertador acabando la posibilidad de saber en que continuaba la historia de Gaspar.

3 comentarios:

  1. Impresionante!!!

    Me dejaste metida...quien será Gaspar, podrías buscar en tu baúl de los recuerdos... quizá allí encuentres la respuesta....



    Anita, con migraña y quiere conocer a Gaspar....

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  2. hola:
    El mundo de los sueños es fantastico y muy extraño, cuanta gente uno puede encontrar.

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  3. Anónimo3:28 p. m.

    Yo conoci a un gaspar de la vida real...Carlos Cardenas Sanches, chilote distinguible del resto por su evolucionismo a usar palabras como " esto que...", "en la parte de...", etc...

    si caen enfermos en el hospital de ancud, no se dejen atender por este enfermetro chanta, que una vez, terminado su practica profesional, nos marcó para siempre con el miedo e incerdidumbre a la atención pública, conferenciandonos que el individuo promedio tenia "como 70 litros de sangre"...

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